

Las obras de arte de la edad media están estrechamente ligadas al pensamiento religioso, en especial al cristianismo. Todo el arte del medioevo está relacionado con imágenes religiosas, buscando más que una belleza sensible basada en la imitación de la naturaleza, una belleza figurativa basada en formas geométricas rompiendo con la herencia de la antigüedad clásica, también hay una busque de una belleza que esta más allá de lo sensible, es una belleza de concepto ligada directamente a la obra y lo que ésta simboliza (pensamiento de San Agustín). Hay poca preocupación por la imitación de la realidad y las obras, en especial la pintura, posee un marcado geometrismo y esquematización. San Agustín reconoce una belleza sensible como aquella captada por el ojo, pero la cree una belleza no completa y que no está por encima de las almas. Para que la obra sea completamente bella debe haber una idea o un concepto basado en símbolos que puedan ser descifrados para alcanzar ese goce de comprensión y belleza comparados con Dios.
La gran belleza de San Agustín radica en la combinación de una belleza sensible y otra conceptual e invisible en la obra, se puede decir que entra en juego lo formal de la obra (belleza sensible), y lo simbólico (belleza conceptual). El artista, para San Agustín, conjuga en la obra una doble mimesis, imitando por un lado los vestigios de una belleza real, con ciertas variaciones, y por otra parte copia imágenes dadas en su interior el cual formula conceptos.
La gran belleza de San Agustín radica en la combinación de una belleza sensible y otra conceptual e invisible en la obra, se puede decir que entra en juego lo formal de la obra (belleza sensible), y lo simbólico (belleza conceptual). El artista, para San Agustín, conjuga en la obra una doble mimesis, imitando por un lado los vestigios de una belleza real, con ciertas variaciones, y por otra parte copia imágenes dadas en su interior el cual formula conceptos.
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